CofCof! Ahora que echo el olfato atrás, me vienen a la napia tantos recuerdos: esa emoción del calcetín robado, los primeros aullidos, el secador asesino y su amiga la aspiradora, las fantásticas fiestas de bolsas de basura cuando me dejaban sola en casa, ¡que tiempos!.
Fue allá por el año 2005, que era una cachorrina de dos meses llegada a Alicante, dispuesta a comerme el mundo…o un kleenex. ¡Dispuesta a comer!
Recién nacida hasta las cuatro semanas, pasé por lo que se conoce en vuestra lengua como PERÍODO NEONATAL (0 a 2 semanas), donde bebemos leche y nos disputamos la jerarquía de la manada (coser y ladrar para una perra gruñona como yo), y el PERÍODO DE TRANSICIÓN (de 2 a 4 semanas), en el cual comenzamos a dar nuestros primeros paseos, y nuestros sentidos se abren al mundo.
«Nunca subestimes a un beagle» – DunaViejuna
Después de estas dos fases, atravesamos el PERÍODO DE SOCIALIZACIÓN (de 4 a 12 semanas). Nuestros primeros mordiscos, juegos y ladridos. En éstas llegué yo a mi nueva familia, a los cuales no me costó embaucar con mi mirada tierna y algo perversa. Me subestimaron y no daban crédito a mis fechorías. Llegué a arrancar una cortina gigante y el tubo ese que la sujetaba en la pared, con los tacos y todo. Claro, si me dejas solita en casa, es lo que hay.
Es el mejor momento para educarnos, y si es con premio, ¡mucho mejor!. De hecho, odiamos las regañinas y desconfiamos de los que nos gritan. Aunque siendo justos con la realidad, los beagles lo ponemos un poco difícil. Somos tercos, desobedientes y metemos la narizota en cualquier tinglado, es lógico que desesperéis. Peeero, si sois pacientes con nosotros, y nos tratáis bien, os devolveremos ese cariño multiplicado por mil. Lo prometo por Snoopy!
PERÍODO DEL RANGO (de tres a seis meses). Y es aquí donde aprendemos a la chepa de quién nos podemos subir. Dicho de otro modo, a quién hacemos caso y a quién no. Y yo no hacía caso a nadie, siempre fui una rebelde sin causa.
También comenzamos a explorar las calles, parques y solares por donde nos pasean. Ten cuidado al llevarnos sin correa, como buenos sabuesos que somos, podemos largarnos siguiendo la pista de algún bocata olvidado bajo la rueda de un coche, doy fe. Es bueno empezar a socializar con otros perros a partir de esta edad. Necesitamos correr, jugar y luchar con nuestros semejantes…somos perros ¡no lo olvides!
ADOLESCENCIA (de 6 a 18 meses) El corazón de un beagle a pleno rendimiento, la energía que mueve el mundo nace de ahí. Corremos a velocidades extremas, saltamos sofás, incluso volaríamos con las orejas si avistásemos un cacho de chorizo volando. Queremos estar siempre jugando y nos encanta desafiarte, robar tus calcetines y demás ropa interior. Lanzar tus alpargatas por el balcón (esa soy yo, juasjuas), aprender a abrir armarios, bolsos, puertas y husmear por los rincones es nuestra principal ocupación. Todavía se están preguntando en casa como abrí el congelador y saqué del cajón una caja de cucuruchos de helado. Que grande soy!
Y así es como llegamos a la EDAD ADULTA (de 18 meses hasta viejuna), escapando de las escobas. A los dos años se puede decir que ya no somos tan revoltosos, aunque no te fíes, nuestro carácter juguetón nos hace siempre imprevisibles, sorprendentes, desesperantes y divertidísimos, por supuesto. Nos encanta realizar todo tipo de actividades, y en familia, lo más de lo más. Si nos enseñas, seguiremos aprendiendo, y si seguimos en contacto con nuestros amigos perrunos, seremos más felices, más seguros y no tendremos miedos ni reacciones extrañas sea cual sea la situación que se nos presente.
EDAD VIEJUNA (de 10 hasta muchos más) Y de repente, sin darte cuenta, te encuentras con la cara repleta de pelos blanquitos, arrugas en el pellejo y un poco de tripota. Las mismas ganas de jugar, eso sí, pero una ya está mayor y se cansa rápido, y casi prefiero estar en mi camita viendo una peli con la family (ojo avizor por si cae alguna palomita), que ya empiezan a doler los huesos, sobre todo cuando hace frío.
Las vivencias de DunaViejuna comienzan ahora y prometen ser emocionantes.
Un lametón y hasta pronto…¡guaguau!